martes, 9 de marzo de 2010

Problemas filosóficos (De un cuestionario de Bachillerato)

                                                    
¿Somos una realidad aparte o, por el contrario, formamos una unidad con el resto del universo?

En mi opinión, el hombre es una realidad aparte que forma parte del universo sin formar una unidad con él. Me explico: en la medida en que nuestro cuerpo está sometido a las mismas leyes que rigen el resto de la materia (por ejemplo, la entropía), el hombre es un pedazo de naturaleza que no se distingue del resto de los entes materiales. Y en este sentido el hombre sería parte del universo. Ahora bien: en la medida en que el hombre no tiene naturaleza, sino historia, como pensaba nuestro Ortega y Gasset, éste constituye una realidad aparte por cuanto, como ser histórico, antes que formar una unidad con el universo, la forma con su tradición y su cultura.

¿Cuál es nuestro origen y cuál nuestro destino?

La respuesta a esta pregunta depende de nuestras creencias así como del punto de vista filosófico adoptado. La mayoría, de hecho, vive sin necesidad de planteársela. Para un cristiano, el hombre tiene un origen sobrenatural, como criatura que es de Dios, y un destino asimismo sobrenatural: la vida eterna. Pero estamos en un blog de filosofía y hemos de trabajar racionalmente con datos contrastables. Mi respuesta a esta pregunta es la siguiente: el hombre tiene un claro origen animal (como lo prueba suficientemente la teoría de la evolución) y un destino espiritual o cultural (como puede ilustrarnos asimismo la historia del pensamiento y de la cultura). La humanidad proviene de la animalidad, pero su destino ya no es animal (a menos que nos degrademos en bestias), sino humano, esto es, histórico y cultural a un mismo tiempo. Tenemos un origen natural y un destino cultural. Esta es mi postura: Más allá de sus vergonzosos orígenes, la responsabilidad del destino del hombre se cifra en la conservación de la memoria histórica de la Humanidad y en el incremento del legado cultural y espiritual de sus antepasados.

¿Cómo ha surgido la vida? ¿Cómo se ha formado la biosfera? ¿Se ha necesitado la intervención de un ser sobrenatural o, por el contrario, la vida se explica a partir de los constitutivos materiales del universo?

He aquí un conjunto de problemas más científicos que filosóficos propiamente dichos. Para la ciencia, el origen de la vida sigue siendo un misterio. Pero puede asegurarse que en la base de la aparición de la vida se halla una evolución química. Desde el momento en que las primeras moléculas orgánicas empezaron a formar sustancias químicas que podían autoperpetuarse, podemos hablar de “vida”. Se cree, por lo demás, que el origen de la vida se debe a la acción de los rayos solares sobre la geoesfera durante millones de años. El origen de la biosfera no es distinto al de la vida, pues puede afirmarse que son precisamente las primeras formas primitivas de vida las que dan lugar a la misma. Por biosfera hemos de entender un sistema caracterizado por el continuo flujo de materia y energía.

La vida, pues, puede explicarse de forma natural a partir de los constitutivos materiales del universo sin necesidad de apelar a una causa inmaterial o sobrenatural. Pero esto no ha impedido que teólogos con formación científica (como el padre Teilhard de Chardin) hayan tratado de compatibilizar el creacionismo con la teoría de la evolución.

¿Cómo se explica la aparición del ser humano sobre la Tierra? ¿Qué alcance tiene hoy la teoría evolucionista? ¿Y la del diseño inteligente?

A pesar del alto grado de probabilidad de la teoría de la evolución, el origen del hombre, como el de la vida, sigue envuelto en las tinieblas. Sabemos que hemos evolucionado a partir de formas inferiores de vida, pero no cómo se ha producido exactamente ese proceso. La paleontología, por ejemplo, sólo nos puede ofrecer una aproximación, pero nunca una reproducción fiel de la secuencia que ha seguido la cadena evolutiva desde nuestros más remotos antepasados hasta la aparición del llamado homo sapiens.

Existe una hipótesis sobre la aparición del ser humano que me parece perfectamente sostenible. El hombre nace cuando, tras abandonar su antepasado prehomínido la vida arborícola, irrumpe en el espacio abierto de la sabana. Es entonces cuando, sometido a la inclemencia del nuevo medio, empieza a erguir su postura y a desarrollar una serie de capacidades cognitivas, como la retención y la previsión, que le hacen distanciarse definitivamente de la fijación al patrón estímulo-respuesta que caracteriza la vida del animal. Ser hombres consiste en no tener por qué dar una respuesta prefijada a un estímulo determinado. Asimismo, sólo si conseguimos dar una explicación del origen de la cultura podremos entender en qué consiste ser hombres y ello con total independencia de que la etología puede hablar también de “culturas animales”.

En cuanto al alcance de la teoría de la evolución, está fuera de duda su vigencia, si bien, como toda hipótesis científica, está sujeta al perfeccionamiento y aún a la refutación si apareciesen hechos que la invalidaran (de lo contrario, no sería una teoría científica, sino un dogma de fe). Pero como eso no ha sucedido, su alcance es hoy universal formando parte ya del patrimonio científico de la Humanidad. Pero debo dejar claro que una vez aparece el hombre su evolución no es natural, sino cultural. No nos diferenciamos mucho anatómicamente del hombre de Cro-Magnon, ¡pero qué abismo cultural nos separa de su dura forma de vida!

Desconozco el alcance de la teoría del diseño inteligente, pero tengo la impresión de que es un intento subrepticio de reintroducir en la naturaleza la teleología (doctrina de las cusas finales) que la ciencia moderna se había encargado de desterrar del ámbito del conocimiento de la naturaleza. Pero esta teoría podría ser un síntoma de la dificultad de compatibilizar el modelo de ciencia heredado, basado en el mecanicismo, con las ciencias de la vida. Así, pues, la teoría del diseño inteligente podría obedecer a la restauración de la visión teleológica del universo que parece estar protagonizando la ciencia contemporánea en detrimento de un modelo calificado en ciertos sectores como obsoleto: el modelo mecanicista. Pero sea como fuere, esta controvertida teoría “es considerada una pseudociencia con características dogmáticas por la comunidad científica”.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

no hemos evolucionado de formas inferiores, sino diferentes.

saludos

Ludovico dijo...

Al amable, pero susceptible lector, que me hace un comentario (¡el primero de mi historial!), he de advertirle que "inferior" no se toma peyorativamente, como si fuera un descalificativo moral, sino que le doy el sentido que el Diccionario de la RAE establece en su cuarta acepción: "4. Biol. Se dice de los seres vivos de organización más sencilla y que se suponen más primitivos; p. ej., las algas son vegetales inferiores; los peces son vertebrados inferiores". Desde el punto de vista de la mera animalidad, el hombre es la criatura más inferior que existe. Sostengo, por tanto, que hemos evolucionado a partir de formas inferiores que, no obstante, nos superan infinitamente desde el punto de vista adaptativo. Pero el hombre es superior al animal en el sentido de que no se adapta al medio, sino que adapta cualquier medio a su modo de vida. Por lo demás, no podríamos haber evolucionado a partir de otras especies si éstas fueran totalmente diferentes, pues algún punto de semejanza tiene que haber entre los primeros hominoideos y el actual "homo sapiens" para que un paso como el de la conquista de la humanidad fuera posible.

Anónimo dijo...

la riqueza de la lengua española es extraordinariamente diversa, tanto, que a veces confunde.

saludos.

Anónimo dijo...

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